Una breve revisión de Vigilar y castigar de Michel Foucault
OPINIÓN
Por Ada Yunuén Salgado Merino*
Foucault[i] en su escrito Vigilar y castigar, nos muestra un recorrido histórico sobre el surgimiento de las prisiones del siglo XVI al XIX, en el que a la par van surgiendo códigos penales que cada vez se van perfeccionando y que se mantienen hasta nuestra época moderna. La prisión no solo surgió como un correctivo y castigo para los sujetos que cometieron algún crimen o delito, sino como medida de control sobre los cuerpos; al mismo tiempo que se corrige, se castiga, se disciplina y se controla aquellos cuerpos que servirán para otros fines, y para ello, la vigilancia será una acción que asegurará que se cumplan dichos fines.
Foucault, retoma la idea del panóptico de Jeremy Bentham para hablar sobre la vigilancia como un dispositivo panóptico: “La mirada está por doquier en movimiento…en las puertas, puestos de vigilancia”.[ii] Este dispositivo garantiza la economía del poder, asegura la disciplina, la vigilancia, su eficacia, su funcionamiento y sus mecanismos automáticos.
Siglos más adelante, los castigos y correctivos no solo se seguían implementando en una prisión, sino que fueron desplazados a otras Instituciones, tales como las Instituciones educativas o las Instituciones de salud mental, siendo el mismo fin que se ha tenido en las prisiones: controlar y someter a los cuerpos.
En la escuela de enseñanza clásica, la disciplina que se imponía en los alumnos era muy rígida, se controlaba a través del miedo y la violencia, había castigos corporales si los alumnos cometían una falta, y eran los maestros a quienes se les confiaba el derecho de garantizar esta disciplina; es el clásico ejemplo que se describe en The Wall de Pink Floyd.
Con el paso del tiempo, estas medidas de control se desarrollaron de una manera tan sutil, por lo que la disciplina, los exámenes y las calificaciones surgieron como maneras de someter a los cuerpos, dominar masas y manipular fuerzas. Los resultados de los instrumentos de evaluación han funcionado para dividir y clasificar a los alumnos: “el alumno sabe o no sabe”, “es disciplinado o indisciplinado”, “puede o no puede con la escuela”.
Los castigos corporales dejaron de ser los medios con los que se disciplinaba al alumno: “el castigo ha pasado de un arte de las sensaciones insoportables a una economía de los derechos suspendidos”[iii]. Ahora ya no se trata de hacer sufrir al cuerpo con castigos físicos, sino de ejercer dicha disciplina y control de los cuerpos desde el saber de las Instituciones, mismas que permiten que se perpetúen las relaciones de poder, poder que se ejerce sobre aquellos a quienes se castiga, se vigila, educa y corrige. Dice Foucault que quienes participan en la tecnología del poder sobre el cuerpo son los educadores, psicólogos y psiquiatras, aquellas disciplinas en las que en su praxis está encaminada hacia el control y dominio del cuerpo, la diada poder-saber se implican directamente: “el poder produce saber”[iv].
Anteriormente en las Instituciones educativas, el poder-saber se le atribuía enteramente al docente, pero en nuestra actualidad, la función del docente ha perdido esta garantía, es entonces desde arriba, de la jerarquía del docente, donde se ejerce el poder. Por ejemplo, la OCDE, quien desde arriba vigila y evalúa el sistema educativo en México, y donde ahora los docentes entran en esa dinámica de evaluación y clasificación. En el caso de las disciplinas psi, muchos educadores sugieren a los padres de familia que sus hijos vayan al psicólogo o al psiquiatra, pero únicamente para corregir conductas, como sucede en las prisiones: se espera que los alumnos sean “controlados” o que ellos mismos “aprendan a controlarse”.
Se puede pensar que la disciplina y el control muchas veces es necesaria, sin embargo, es válido resignificar los objetivos de la misma, preguntarnos el ¿por qué y para qué fin? Retomemos un punto importante, Foucault nos dice que el poder no es algo que tengan unos cuantos individuos ejercido desde arriba en los altos mandos, el poder circula, el poder puede ser ejercido desde abajo por un grupo de individuos. Dicho esto, tenemos una tarea importante, docentes, pedagogos y psicólogos: ser parte de esta resignificación, sobre todo de nuestra praxis y seguir en constante cuestionamiento sobre los sistemas de vigilancia, disciplina y control.
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* Ada Yunuén Salgado Merino es Licenciada en Psicología por la UMSNH. Egresada de la Maestría en Psicología de la Educación con perspectiva Psicoanalítica por el IMCED. Psicoanalista. Psicóloga en Dpto. Psicopedagógico y Docente interina en Preparatoria Melchor Ocampo UMSNH.
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Referencias
[i] Foucault, M. (2002). Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Argentina: Siglo XXI.
[ii] Ibídem, p. 119
[iii] Ibídem, p. 9
[iv] Ibídem, p. 19